miércoles, mayo 09, 2018

Ai ein gona lif foreva (I ain't gonna live forever)

Amanezco en una ciudad que es la mía, con las pilas cargadas y los objetivos puestos. 
Me levanto, me visto, me voy.
Fuera es aún de noche. Los proyectos es mejor empezarlos antes de que despunte el día y las luces de colores te distraigan.
Conduzco con la tranquilidad que da la carretera vacía y el corazón lleno de ilusión.
FLASH!!!
Iba yo tan ensimismada en mis epifanías místicas que ni me he dado cuenta de que acabo de pasar el radar que más recauda de España, a 75 por hora, en zona de 60. Fotón que me ha sacado. He salido hasta sonriendo, yo con mi paz interior (ellos sí que van a sonreír). Me ha matado todos los pajaritos preňados del susto. ¡Céntrate mujer, céntrate!

Prosigue mi día de ejercicio (no sólo lo sé escribir, sino que ahora lo practico y todo).
Hago aquí un inciso para decir que la hermanísima ha tenido a bien insistirme en que necesito el ejercicio, que tengo una edad y que las cosas mutan de sitio. Lo ha dicho con otras palabras, bueno, con una mirada, pero era una mirada de desaprobación... Desgraciaaada.

Ya en casa, mientras estoy en medio de la vorágine de desayuno, vestirse, salir, decidir si hago la maleta para mi viaje inminente del día siguiente ahora o después, me suena el teléfono y me surge una reunión en otra ciudad para esa misma tarde.
El día se me amontona en sí mismo, citas, pedidos, agencia para buscar el pasaje, llamar al aeroparking, pedir asilo nocturno, decidir si comer o si vivir de las chichas. Comer.

Aeropuerto, avión, otro aeropuerto, autobús. Autobús se rompe por el camino. Conductor decide forzar la máquina y llegar a destino aunque sea dando tumbos (que los dábamos). Y llegamos. Éste es de los míos.
Destino. Taxi. Reunión.
Tiempo libre para charlar, para risas, para recuerdos, para hablar sin tapujos y con muchos tacos. Y más risas. Y un perrito caliente de los de la universidad y un zumo. Y consejos. Y besos y abrazos y un par de lágrimas y nos despedimos.

Y por fin llego a una cama de una casa que no es la mía, de una ciudad que no es la mía. Y me siento afortunada por todo... Menos por la multa que me va a caer y que me va a desestabilizar el presupuesto para tatuajes. (tampoco estoy contenta de que la hermanísima me sugiera yoga facial... Ni que existiera el yoga facial ni yo lo necesitara... ¡" Amos"!)
Me duermo por fin, con un millón de cosas en la cabeza, sobre todo ¡Vive mujer, vive!

Y me despierto de nuevo en esta ciudad que un día fue la mía, de nuevo de noche, de nuevo con un millón de cosas que hacer y pidiéndole prestado tiempo al tiempo para hacerlas.

Aeropuerto. Avión. Otro aeropuerto. Mi coche. Mi peque (mi alma gemela). Cole. Trabajo. Corre, corriendo a todos lados. Hoy no hay gimnasio. No time. Otro día. I swear.
Por fin llego a mi casa. 13.30 zulú. Maleta sin hacer, yo sin comer, la casa sin recoger, sin tiempo de llevar el coche al garaje. En una hora hay que estar en el aircraft.

Prioridades: meter.
Meto la ropa en la maleta.
Meto comida en el estómago. Meto el estómago para que no se note que he metido comida.
Meto pensamientos de cosas que tengo que hacer en mi cabeza.
Meto recordatorios de cosas que tengo que hacer en mi móvil. Ya, yo tampoco me fío de mi cabeza.
Meto la llave en la cerradura y me voy con mi maleta y mis ilusiones a otra parte.

Taxi (previa llamada errónea a un particular que amablemente me proporciona el número correcto de los taxis). Aeropuerto. Carrera por el aeropuerto con los tacones en la mano, junto con el DNI, el móvil, la tablet y las gafas. La maleta en la otra, la mochila a la espalda. La "combinación" , monísima pero inútil totalmente, trepando en lugar de quedarse quieta en su sitio y mi cerebro bifurcado entre preocuparse por que se me vea el culo, se me rompan las medias que estoy estrenando o me cierren la puerta de embarque, que ya está la azafata de turno diciendo por megafonía que "como ya les hemos dicho, esta es la última llamada para el vuelo tururú tururú", que a mí me recuerda a cuando le digo al peque que esta es la "última muy última" y que después ya no hay más oportunidades y no me digas nada porque ya te lo advertí... Pues lo mismo.
He de decir que la compañía es Er-uropa, again, así que los hados viajeros nos cojan confesados, porque volamos en un Airbus de los guapos-guapos, y puede que en vez de en la capital de Espéin acabemos en la de los Yueséi.

Y mientras vuelo, escribo y pienso. Y esta noche otra ciudad, otra que no es la mía, y ¿sabes qué? ¡me encanta! ¡Disfruta mujer, disfruta!

Besis con millones de millas aéreas.
Geisha de altos vuelos.

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